lunes, 5 de marzo de 2012

Lujo de champagne y fresas


Cuando mi querida coautora de este blog me propone hacer una quedada dulce y dedicar una tarde a reposterizar, ¿cómo decirle que no?. Aprovechando que ella tenía una semana de tardes libres, nos juntamos para hacer malvadidades y comparar técnicas. Aprender, que siempre es bueno. Descubrimos que como en todo, en esto también, cada maestrillo tiene su librillo. Pero siempre puedes aprender cositas.



Luego se nos apuntaron una amiga y el señor de la mi coautora Enara (¡y su cámara de fotos!) a probar los experimentos. Una sesión muy divertida de la que incluso hay un making off en fotos. Con mucha conversación trascendente e intrascendete. Y ataques al bote de nata. Las fotos han salido de salivar, ¡muchas gracias señor Fernando!



De momento, yo subiré mi parte experimental y esperemos que lady Enara suba pronto la suya.
Cuando me propuso la quedada, yo llevaba un tiempo maquinando y haciendo ciertos planes para una botellita de aroma de champán que tenía por casa. Y cuando me dijo que contábamos con una bandeja de fresas, mis sueños se hicieron realidad: dieron forma a estos cupcakes de champán y fresas.





INGREDIENTES (Para 12 cupcakes y un golosillo que rebañe el cuenco)
Para la masa:
- 2 huevos
- 220 gr. de azúcar

- 220 gr. de harina
- 175 gr. de mantequilla a temperatura ambiente
- 1 sobre de levadura fresca
- 50 ml. de leche
- 6 gotas de aroma concentrado de champán
- 6 fresas lavadas



Para el buttercream:
- 175 gr. de mantequilla a temperatura ambiente
- 200 gr. de azúcar glas
- 4 gotas de aroma concentrado de champán
- Colorante rosa Wilton
- 3 fresas para decorar
opcional:
- brillantina comestible rosa Rainbow Dust


RECETA


Como es tradición ya, ponemos el a precalentar el horno a 180º. Tenían un horno que es maravilloso y pita y hace cosas geniales, pero cada horno es un mundo, que después a la hora de hornear será importante.

En un bol, mezclamos el azúcar con la mantequilla que teníamos sacada hacía rato de la nevera. Cuando esté todo mezcladito, le añadiremos los huevos. Batiremos hasta que la mezcla sea homogénea. En eso momento, tamizaremos la harina mezclada con la levadura, poco a poco. Batimos todo, y si estamos haciéndolo con una batidora eléctrica es mejor hacerlo a baja velocidad al principio.



Le añadimos las gotitas del concentrado de champán. Yo usé 6 gotas, pero es un poco orientativo, se puede echar alguna menos o alguna más. Eso sí, hay que tener en cuenta que estos aromas concentrados son muy fuertes (probad a abrir y oler el bote y ya veréis).



Cortamos las fresas en trocitos y las añadimos a la mezcla, removiendo. La masa está lista.



Rellenaremos las cápsulas hasta 2/3. En este caso, yo usé moldes de silicona variados y un molde de metal con forma de conejito. Si los moldes son de metal habrá que enmantequillar y enharinar antes de ponerles la masa.



Las hornearemos en la bandeja de horno puesta en el centro durante aproximadamente 20 minutos. Como siempre, es esencial la prueba del palito: insertaremos un palito en la masa y si al sacarlo sale masilla, es que aún no están listas. Cuando estén bien horneadas, las dejaremos enfriar. Si vamos a trabajar con buttercream, necesitamos que estén frías, porque ésta se compone sobre todo de mantequilla que al ser grasa, se licua con el calor.



En otro bol, prepararemos la buttercream. Mezclaremos la mantequilla con el azúcar glas primero a baja velocidad y a medida que la mantequilla vaya absorbiendo el azúcar, iremos subiendo la velocidad de la batidora. Seguiremos hasta que todo forme una masa homogénea, ya sabéis, con aspecto de pasta de dientes. Vertemos las gotitas en la buttercream y removemos bien, para que el sabor llegue a todas las partes. Entonces le añadiremos el colorante mediante la sencilla técnica de meter un palillo en el bote y restregar lo que salga en la buttercream. Removemos bien hasta que consigamos que toda la masa tenga el color deseado. Yo quería un rosa clarito.




Metemos la buttercream en la manga pastelera ayudados de una lengua y con la manga vamos adornando los cupcakes, de fuera hacia adentro.




Y adornamos con trozos de fresa lavada. Podemos echarle brillantina comestible también.





RESULTADO


He ido descubriendo que lo mejor es tener una receta base sobre la que ir cambiando y añadiendo ingredientes, porque funciona y jamás es la misma receta.


El acierto de este experimento está en ir encontrando trocitos de fresa cuando muerdes el cupcake. Para mi, de sabor estaban maravillosos, y esta vez no llevaban una gota de alcohol. Pero tenía un poco de miedo escénico, ¿y si a mi coautora no le gustaban? ¡Qué presión! Creo que superé la prueba a pesar del susto inicial. La amiga que se vino a zampar, comentó sorprendida ante el primer bocado que sabían a chuleta. ¿Perdón??? ¿A chuleta??? Creo que más sorprendida me quedé yo.
Luego parece que no, que solo fue ese minúsculo cacho y vete a saber por qué...



Espero que lady Enara y adjunto disfrutaran de los cupcakes.



PELÍCULA


Champán y fresas, un dueto de lujo. Sí o sí nos evoca una noche de pasión y lujuria. Y con esos antecedentes tenía que presentar una película igual de evocadora. Una película de alto voltaje. Sensual. Y sexual. A su manera.

Si pregunto por una escena de cine tremendamente sexual, ¿qué me responderíais? Exacto, aparto el telón para presentar:


Instinto



Casi parece mentira que esta película sea de 1992. Dirigida por Paul Verhoeben, y sobre todo, interpretada por Sharon Stone, es una de las primeras películas calificada como erothriller. La película está rodeada de leyenda. Tanto, que ella misma se ha convertido en una. Como el video que acompaña a estas lineas.

Todo empieza con una mujer de pelo rubio (a la que no se le ve la cara en ningún momento) se lo monta de forma salvaje con un rockero hasta que en pleno clímax saca un picahielos y se carga con él al cantante. Nick Curran (Michael Douglas) es asignado para investigar el caso y aunque desde el principio sabe que la asesina es la novia, Catherine Tramell, (Sharon Stone) iniciará con ella una relación destructiva. Y es que ella ya escribió el asesinato tal cual hace unos años. ¿Pero de verdad es ella la asesina?


Aunque lo primero que llama la atención de la película es toda la carne presente y el gran contenido de alto voltaje, hay que empezar desde el principio. El guión se pagó a golpe de dolar (concretamente, 3 millones) y fue, hasta el momento el sueldo más alto que cobró un señor guionista (Eszterhas) que tardó según dicen 10 días en escribirlo. Después, ese señor se dedicó a escribir guiones iguales. La misma mierda pero con otro nombre, que se dice.
El guión no es exactamente original, por lo visto Eszterhas ya lo hizo antes en Al filo de la sospecha (1985): brutal asesinato de una persona atada a la cama perpetrado por alguien con pasta y un arma blanca; investigación del asesinato; lío entre investigador y sospechoso.. El guión, ha sido considerado por muchos como un guión tramposo, que juega con el espectador.


Pero vayamos con la chicha. Y nunca mejor dicho. Las historias que rodean la película cuentan que fue difícil ponerle curvas a Catherine Tramell. Ninguna actriz rutilante del momento quería enseñar tanta carne ni rodar nada tan salido de tono. Finalmente dieron con Sharon Stone y las malas lenguas cuentan que mientras duró la peli, el director le hizo un casting de sofá completo, única y exclusivamente para que ella se metiera en el papel y lo debió descubrir cuando acabó el rodaje.

Hablado del rodaje... lo cierto es que fue bastante polémico. En la historia hay varios personajes que juegan con la idea de la bisexualidad, en algunos casos con imágenes sugerentes. No era apto para estómagos débiles. Y tampoco para los de los colectivos homosexuales, porque la imagen que dan de los homosexuales no es muy favorable (todos parecen tener relación con asesinatos). Por lo visto, cuando se estrenó la peli, algunos manifestantes repartieron papeles diciendo quien era el asesino. Su idea era conseguir que la gente no fuera a verla, pero consiguieron justo lo contrario. Más o menos fue lo que ayudó a crear el éxito comercial en el que se convirtió. Y es que, que hablen de mi, aunque sea mal. Porque si hablan, existo.

Es bastante conocida la anécdota sobre la escena del cruce de piernas. La actriz siempre ha mantenido que el director le pidió que no llevara bragas porque daban un brillo extraño en cámara y le había prometido que no se vería nada. Ella descubrió que sí que se le veía todo en el pase de postproducción. En cambio, al señor no se le podía ver el pene por contrato. Eso sí, debió pasarlo bastante mal durante el rodaje, porque ese señor ha estado en rehabilitación por adicción al sexo unas cuantas veces. Y supongo que yo, que rodar ciertas escenas no puede ayudar a bajar la líbido. Citándole a él mismo como Nick Curran: le debieron de salir ampollas en la mano derecha. Que incluso tuvieron que llevarle al hospital para que se curase del shock.

La película tuvo una versión diferente en EEUU y en Europa. Algunas de las escenas son bastante picantes. O fuertes. O erógenas. O subidas de tono. O estimulantes. Por ejemplo, cortaron una escena en la que la Tramell y Nick Curran están manteniendo sexo y él baja a la entrepierna de ella. Gracias al espejo del techo tenemos una idea bastante clara de lo que él está haciendo, mientras que en EEUU no se mostró. O en la escena en la que él está muy cerca de violar a la psiquiatra es más corta. Etc.

Lo cierto, es que es una película moralmente dudosa. Los personajes no son buenos, no son malos. Son muy ambiguos y cuesta que caigan bien, es difícil empatizar con ellos. La escena de la casi-violación no lo es porque parece que ella acaba consintiendo, pero está justo en el límite. La Tramell se sale con la suya, y así el mal gana. Pero es que Curran tampoco era el bien.
Pero a pesar de todo, todas las escenas sexuales (incluyendo el archiconocido cruce de piernas) encajan perfectamente en la historia, tienen su justificación. De ahí que la Stone consintiera en que se le viera la entrepierna sin trampa ni cartón (y no usó dobles en ninguna de las escenas sexuales).

A todo esto, la película tuvo dos nominaciones al Óscar por la banda sonora y por el montaje. Pero quizá más curioso, es que también recibió 3 nominaciones a los Razzies, o lo que es lo mismo a los antióscar: peor actor, peor actriz revelación y peor actriz secundaria. Y no es ni para tanto. Pero como todo sabemos, lo de los premios es muy relativo.

Y bueno, os dejo disfrutarla.





P.D.: Mi hermana me ha prometido una pequeña sorpresa, espero que pronto esté lista. Aunque quizá debería esperar a que aparezca por aquí el post de lady Enara sobre lo que hizo en esta quedada. ;)

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