domingo, 30 de septiembre de 2012

En corto: Chocopiruletas y bombones de pato


Para acabar el verano, traigo una tontería para regalar en un momentín. Es muy fácil de hacer y para regalarle a un niño o a un adulto goloso en un momentillo queda bonito. No entraban dentro de mis planes, pero a un amigo se le antojaron, un poco al estilo culo veo culo quiero. Con mi amiga y mi hermana, artistas en la sombra, y con un montón de gente paseándose porque acabó  resultando como el camarote de los hermanos Marx. Lo que supone que tienes que estar ojo avizor porque a todos estos golotones les gusta más el chocolate que a un tonto un lápiz. Nunca he entendido esta frase...
Y eso supone armarte de una cuchara de metal grande para golpear manos que van intentando hacerse con onzas de chocolate y otros ingredientes. Si es que incluso ¡mi amiga y mi hermana se dieron al saqueo!
Importante: ni siquiera se necesita horno.


INGREDIENTES
- 1 tableta chocolate negro
- 1 tableta de chocolate blanco (el nuestro era con coco y es mi nuevo mejor sabor)
- 1 tableta de las grandes de chocolate con leche
- Lacasitos
- Frutos secos

Aunque no suelo ponerlo habitualmente, voy a escribir la pequeña sección de HERRAMIENTAS necesarias, pero es que para esto como que dicen mucho:
- Papel de horno
- Palitos de chupa chups, de polos o de lo que sea. (Consejo: que sean de plástico, porque el papel en la boca se deshace).

Y para los bombones:
- La mitad de la tableta  blanca antes comentada
- Un par de cucharadillas de nutella o de otra crema de cacao


RECETA

La verdad es que más sencillo no puede ser, ni siquiera se necesita horno.
Cortaremos papel de horno en trozos manejables, lo suficiente como para que quepan dos o tres piruletas. Hay que tener en cuenta el tamaño de la nevera, porque van a pasar un rato largo ahí.
Trocearemos los chocolates por separado, en onzas o en cachitos pequeños. Y lo meteremos al microondas. Hay que tener cuidado, porque el chocolate se quema con facilidad y quemado no sabe nada bien. Aproximadamente el tiempo medio son como dos minutos, pero el chocole blanco, por ejemplo, se quema con mayor facilidad.
Una vez fundido, pondremos los palitos en el papel y con ayuda de una cuchara iremos dejando en forma circular (si alguien se atreve con otras formas adelante), procurando que el palito quede en el medio, con chocolate por debajo y por encima. Estando aún caliente, le pondremos ya sean, lacasitos, frutos secos o lo que se nos ocurra. Ahora es tan simple como meterlo un rato en la nevera, por lo menos media hora. Y cuando enfríe y se solidifique, retirar el papel. Y ya está.

Para los bombones, usaremos el chocolate blanco fundido. Debido al coco, le queda algún grumillo, pero no pasa nada. En el molde de los patitos (cuando lo vi, supe que tenía que regalárselo a un amigo y aunque originalmente es para hielo, al ser plástico blandito, podemos hacer bombones) rellenaremos el fondo de cada uno de los patos con el chocolate blanco. Los meteremos en la nevera media hora. Le ponemos en el centro algo de nutella (que no esté muy dura) y le ponemos la capa de encima de chocolate blanco derretido otra vez. A la nevera una vez más y cuando esté completamente frío, ya están.


RESULTADO


Es una recetilla muy sencilla, que no lleva mucho tiempo. Y consigues que un montón de gente adulta acabe siendo niño otra vez, con sus piruletas y sus chocolates.
No es algo del otro mundo, pero como he dicho, como regalo para un niño o no tan niño, va muy bien.
Eso sí, el chocolate blanco con coco es un vicio.












PELÍCULA

Como es una recetilla cortilla, no se me ocurre mejor idea que acompañarla de un cortometraje. Eligiendo entre saturaros de Pixar (aunque para mi gusto, nunca satura) o enseñaros algo nuevo, al final he decidido traeros un corto que en su momento me gustó mucho. Luego, con el tiempo y un máster, me dijeron que peca un poco de tramposo. Pero oye, que a mi me sigue gustando igual. Y por variar, primero os cuelgo el enlace y luego os hablo un poquito de él.


Como podéis ver vosotros mismo el corto y no os va a llevar una eternidad, no os cuento de que va.
El director de este corto es Koldo Serra, alumno de Bellas Artes de la UPV. Dato que para la mayoría de la gente es irrelevante, pero resulta que yo he estudiado muy cerca, pasando gran parte de mi tiempo por ahí.

En el guión participa también el señor Vigalondo (autor del corto nominado al Óscar 7:35 de la mañana) con una participación especial en el corto, ¿le habéis visto?

Total, a lo que iba. Acabo de revisarlo y la verdad es que hay un par de cosillas a comentar de este corto. Es especialmente llamativo el uso que hacen del silencio. Y sobre todo, que a diferencia de la mayoría de los cortometrajes, presenta dos puntos de giro muy marcados. O lo que es lo mismo, vuelta de tuerca o giro argumental. La forma de engarzar una historia es a través de los puntos de giro que si alguien tiene preguntas, ya me meteré a explicar y a ejemplificar otro día Pero es que en este corto son brutales y muy identificables.

Y no me alargo más, que para eso es un corto. Merece la pena dedicar un tiempecillo a su visionado

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