martes, 25 de junio de 2013

Mis primeros macarons

Tenía muchas ganas de probar a hacer macarons. Había leído en tantas y tantas páginas que eran muy difíciles, que no siempre salían... Incluso a gente de por aquí decir que lo habían intentado una y otra vez, pero que la humedad de mi ciudad dificulta tanto el proceso que muy similar a imposible. Que a la primera nunca salen...

                      

Pues a liarse la manta a la cabeza. En un "proyecto macaronero" junto a esa amiga que jamás quiere aparecer por este blog (demasiado perezosa ¬¬) decidimos intentarlo. Hace no sé cuánto tiempo me compré un libro de recetas de macarons (éste) y decidimos seguir sus pasos. Decidimos hacer dos recetas diferentes, por lo que calculamos por dos mitades. El problema de los colores también fue curioso, porque por causas personales ajenas a este blog (:P) tenía la mayoría de mis materiales fuera de casa. De ahí que solo tuviera un colorante y quede poco coherente (¿pistachos de color rojo?).

                                  

Lo curioso de todo este asunto es que nuestro primer intento salió bien, ¡eran como macarones de verdad!. No así el segundo, que resultaron galletillas, un poco mondonguitas.

Por cierto, debo confesar que me encantaría probar los macarons franceses (solo los he comido en una pasteleria de aquí, Zuricalday). Es uno de los "have to", mi lista de cosas que hacer en la vida. La frase correcta es ir a París - comer macarons - comprarme una boina parasina.


INGREDIENTES Voy a poner solo los que salieron bien (adaptada)
Para los macarons:
120 gr de azúcar glas
100 gr de almendras molidas de Vahiné
2 huevos pequeños
una pizca de sal
50 gr de pistachos triturados
colorante en pasta o gel (preferiblemente verde, aunque yo no tuviera)

Para el relleno:
75 gr. de chocolate blanco troceado
75 ml de nata líquida
1 cucharadita de azúcar


RECETA

Mezclar en un bol 100 gr. de azúcar glas y las almendras molidas y mezclar hasta que se amalgame todo, lo reservamos. 

En una fuente limpia y seca (es importante que esté bien seca), añadimos la sal y batimos las claras a punto de nieve. Seguimos batiéndolo poco a poco mientras le añadimos el resto del azúcar. Hay que mezclar bien, que se amalgame todo, que se incorpore bien. La mezcla debe ser brillante, blanca y compacta.

Se añaden los pistachos triturados (o los metemos en un trapo y los trituramos bien con un rodillo o una botella de cristal) y se mezcla bien. A continuación le ponemos el colorante que deseamos, con un palillo hundido en el color lo metemos en la masa. Revolvemos bien para que el color quede homogéneo.

Juntamos la mezcla de las almendras junto a las claras batidas. Debería quedar homogéneo y sin grumos. Cuando esté listo debería desprenderse de la cuchara formando una masa fundida tersa.

En un papel vegetal dibujamos círculos de unos 5 cms de diámetro y con una manga pastelera vamos rellenándolos. Si quedan burbujas hay que darle un golpe seco a la bandeja. Los dejaremos secando durante una hora más o menos. Tienen que quedar como una cáscara seca, sin que resulten pegajosos o húmedos al tacto.

Mientras tanto, podemos ir haciendo la crema de chocolate blanco. Pondremos la nata y el azúcar en un cuenco que pondremos a calentar hasta que el azúcar se disuelva y la nata rompa a hervir y verter la nata sobre el chocolate en trocitos, dejando que se fundan. Eliminaremos los grumos y cuando esté espeso estará listo para servir de crema.

Pondremos el horno a precalentar a 170º. Los hornearemos durante 10 minutos, solo una bandeja por vez. Cuando los saquemos descubriremos si han salido macarons o no. Los dejaremos enfriar y después los emparejaremos (por parecido, o por calidad) y los rellenaremos con la crema.


RESULTADO




El resultado ha sido sorprendente. Porque sorprendentemente los primeros macarons que he hecho (junto a la eterna mujer que sigue siendo vaga para escribir por aquí) ¡han salido bien!. Mis primeros macarons han sido un éxito. No así los segundos, los de la siguiente hornada, Quedaron galletosos y delgados, poco consistentes. La masa se desparramaba y no salieron. ¿Razones? Pues a mi que me registren, porque seguimos el mismo proceso para las dos hornadas, y sin embargo... Misterios de la repostería.


Así que los presuntos macarons de limón pasan a la sección de fracasos, aunque oye, para alguna foto son aprovechables. Además de que no estaban mal, a mi me gustó el sabor, un tanto ácido pero de mi gusto. Pero como ya os he dicho, no eran macarons.

La galleta-macaron mondonguita que quiso ser un Mickey y no lo consiguió
Los otros, los de pistachos, saben y parecen macarons. Así que puedo ponerles el sello de "conseguido". No son mi sabor preferido, a pesar de que por épocas he estado enganchada a los pistachos. Pero pistacho y crema de chocolate blanco está bueeeeno.

Con el pollito que se coló en las fotos
                                     


Por otra parte, os presento a una de mis betatester preferidas que más aparece por aquí, un poco pesada ;).





PELÍCULA (completa en el primer enlace):



Hoy os traigo una película que probablemente marcó mi infancia, otra más. Tiene además, una escena muy particular que sospecho, tiene algo que ver con mi obsesión por la repostería. A ver si antes de pinchar en el enlace, pueden adivinar de qué película se trata:
¡BANGUERAAAAAAAN! ¿La tienen? Sí, es Hook.
Recuerdo que mi escena favorita es la guerra de comida. Comida de colores vivos, que a mi juicio emulan los cupcakes y la repostería creativa actual. Comida que no existía si no creías en ella de verdad. Como otras muchas cosas que no existían si no creías de verdad en ellas. Sin imaginación, el mundo es un mundo gris, en el que los adultos trabajan y trabajan hasta que ya no tienen tiempo para dedicárselo a los niños. Ya no tienen tiempo para jugar con los niños, ya no tienen tiempo de recordar su infancia. ¿Qué fue de las hadas? Ellas mueren si dejamos de creer en ellas.

En un mundo real y adulto Peter Pan se ha hecho mayor y el País de Nunca Jamás es ya algo completamente extraño para él. Pero el capitán Garfio no olvida y quiere vengarse de él.



Peter Pan es el gran Robbie Williams, hacedor de tantas comedias que guardamos en nuestros recuerdos con gran cariño. Campanilla es Julia Roberts. Pero sobre todo, el Capitán Garfio es Dustin Hoffman, que a mi entender a pesar de ser el "malo" de la peli se come con patatas de colores imaginadas al resto de los actores. Y es que en realidad, el capitán acaba dando pena, no es más que un anciano que quiere seguir creyendo, y que quiere que alguien juegue con él. No es tan diferente de los ancianos de nuestra sociedad, esos que muchas veces acudan a los centros de salud solo para que alguien les escuche. Y es que esta película de aventuras (¡como película de aventuras es genial!) tiene escondidos pequeños tesoros para adultos. 



Es una película colorista y completamente recomendable para nostálgicos. O para familias con niños. Puede que sea porque forma parte de mi infancia, pero después de revisarla hace poco, me volvió a ganar.

Poquito más que agregar salvo que probablemente la próxima entrega tendrá que ser para rescatar "La princesa prometida". Solo, damas y caballeros, echénle un vistazo si quieren volver a sentirse niños, si tienen miedo de perder de vista aquellos tiempos, si necesitan comprender a sus hijos, si son nostálgicos...


Me estoy viendo cada día más vaga a la hora de escribir las reseñas cinéfilas... Hace ya tanto tiempo que solo orbito por ese mundo...

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