miércoles, 14 de agosto de 2013

Curiosidades rumanas

Probablemente los que no vivan aquí, pensarán que la primera parte de este artículo es una tontería como la copa de un pino, pero si vives en un sitio donde éstas cosas no llegan, pues tienen un espacio en mi blog.

La primera parte es una selección fotográfica de las bebidas industriales que encontramos allí y aquí ni sabíamos de su existencia. A mis amigos al principio les chocaba que quisiera sacarle foto a éstas cosas, pero luego, una de ellas, se hizo su propia colección de "leyendas en la Coca Cola". Por eso, mi primera foro es para una que nos hizo mucha gracia:


Ahora sí, vamos con una selección de bebidas, que al menos, a día de hoy no existen aquí. Primero de Fantas:

-Fanta de fresa con kiwi, tiene un toque ácido desconcertante. Le traje una botella a mi hermana, ella dice que le gusta. A mi padre, sin embargo, no le ha gustado (pero no le gustan las cosas raras)



-Fanta de melocotón. A mi ni fú ni fá, pero partimos de que no soy muy fan del melocotón.



-Fanta de uva. Ésta se convirtió en la bebida preferida de una de mis compañeros de viaje. Al principio no sabíamos de qué era. Entre el color y el engañoso sabor dulce, dedujimos que era de fresa (erróneamente) y pensamos que "struguri" estaría relacionado con strawberry, pero no. No fue hasta nuestra visita a la cupcakeria de Brasov que no salimos de nuestro error. Es tan dulce, que la apodamos "jarabe", porque a nuestro entender tenía un aire a los jarabes para la tos que nos daban de pequeños.



En el siguiente apartado están los Nesteas. Fans de esta bebida, muy necesaria con el tiempo de calorazo y bochorno que pasamos. Pero para nuestra sorpresa y regocijo, también tenían cosas raras. A los ya conocidos Nestea de limón o de melocotón se le sumaban el de piña (no llegamos a comprarlo) y los de
-Nestea de frutos del bosque:



-Nestea de fresa y aloe vera. Esto... ¿perdón? Sí, sí, de aloe vera. Prefiero no trascribir palabra por palabra la crítica que se ganó, que puede que este blog no se lea siempre en horario infantil.




Ésta última bebida no entra dentro de las bebidas industriales. Pero es que en Sibiu en una de las terrazas donde comimos, me permití el lujo de pedir algo distinto para beber (quien dice lujo, dice que no le costó más que una coca cola aquí). Es una Pink Lemonade. No es la primera que pruebo, pero ésta estaba especialmente buena, porque al zumo natural (tenía su pulpa y sus pepitas) de limón le habían añadido ¡mora! (Por cierto, la terraza por las noches se trasformaba en un piano bar con jazz en directo).


Siguiendo con Sibiu, por desgracia se ha extraviado la foto que saqué de los helados de Sibiu. Probablemente anden cerca de ser los mejores helados que he probado nunca (desde luego, el de coco lo era) y los colores eran potentes y vistosos. El de limón, por ejemplo, no era el típico sabor de heladería, tenía el toque ácido de un limón de verdad.


En la segunda parte de este artículo quiero hacerles un pequeño sitio a platos típicos rumanos. Lo primero de todo hay que pensar que Rumanía es aún un país en desarrollo, que ha tenido problemas de producción propia (incluida la alimentaria) y que por tanto, durante mucho tiempo la carne ha sido un producto casi de lujo, lo que hace que en los platos más típicos rumanos no aparezca. (Después la gastronomía rumana ha ido pillando influencias de la alemana, de la húngara, de...)

Es muy típico una especie de torta esponjosa que se llama Mamaliga. La de la imagen la pedimos en Brasov, pero supongo que cometimos el error del guiri de comer en las terrazas turísticas (porque si buscas calidad, suele ser mejor buscar otros lugares). Volví a pedir una en Targu Mures (hecha de otro estilo) y le daba cien vueltas a ésta. Es una especie de talo, pero en tocho, que suele ir acompañado de queso suave o yogur.



Para acabar la colección fotográfica os dejo una pieza de repostería. Unos crepes a la Brasov (sí, los pedimos en Brasov). Lo de arriba es una crema agria de yogur (personalmente creo que encaja maravillosamente con el dulce del crepe) y están rellenos de una crema de limón. A mi me supieron a un trozo de cielo.


Siento no tener fotos de la maravilla gastronómica que encontramos en Sibiu, una pequeña bodega (ninguno de los cuatro bebíamos vino). El mejor acierto fue el de mi compi de viaje, que pidió un tipo de carne parecido a la carrillera con una salsa que entre otras cosas, llevaba canela. El contraste era maravilloso. Y además, la cuenta te la traían en un cofrecito. Personalmente opino que hubiera ganado aún más si nos hubieran hecho enterrarlo, para acabar de dar ese toque medievalesco. ¿Las pegas? Que no recuerdo el nombre del sitio y que no tenían bebidas comerciales (nada de Coca Colas o de agua normal, que por cierto, tenía un sabor horrible la que servían allí).

Por lo demás, la comida rumana es por lo general demasiado especiada y con tendencia a lo picante. No pidáis nada que en su nombre lleve Vlad Tepes o Drácula, porque además de ser una engañifa para turistas, picará. Y mucho. Maldita cebolla picante.

No pensaba poner una película, pero creo que hay que necesito dejar el trailer y su review acompañará a la siguiente receta.

lunes, 12 de agosto de 2013

Orasuli Transilvania: Desde el corazón de Rumanía

Acabo de regresar hace poquito de un viaje por Transilvania, Rumanía. Y las secciones inaguradas de los blogs deben tener más de una entrada, así que parece el momento de añadir una nueva a las reseñas de cupcakes por el mundo.

Antes de ir para allá, estuve mirando por Internet. Una de las ciudades que visitamos, era más o menos importante, y contaba entre sus casitas con una tienda de cupcakes, "Happy Cake". Allí descubrí que existen más tiendas dedicas al mundo de las tartas (solo las vi pasar tristemente a través de las ventanas del autobús) pero creo que es la única que vende cupcakes, que es lo que a mi me interesaba. Tiene cierto nombre en la ciudad, porque en el casco antiguo de la ciudad (que es además, la zona turística) algunos de los cafés sirven los cupcakes de esta tienda.

Está cerca del centro y se puede ir andando tranquilamente. Está en el bajo de una casita y el rótulo se puede ver perfectamente.

Es bastante evidente a qué se dedica, ¿no?


Desde fuera parecía bastante chiquitita y efectivamente no es muy grande.



Tengo que reconocer que lo primero que me llamó la atención es que no fuera rosa. Me leo y hasta a mi me suena ñoño. Y hardcore. Pero tengo comprobado que la mayoría de estos sitios están decorados en tonos pastel, sobre todo rosa o azul. Probablemente se deba a que las personas que se dedican a este tipo de hobbies convertidos en negocio (porque sí señoras y señores, son un negocio) tengan el alma un poco de color rosita y azulón. Mucho azúcar en vena y en la forma de ser. Y aunque no voy a negar que soy partidaria del rosa, agradezco que sea más cañero. Total, que un punto positivo a que sea verde.

El sitio en sí es pequeñito pero cuco (sacadme el azúcar de las venaaaas). Pero tiene un gran y enorme pero. No tiene sitio para sentarse. No hay mesas o sillas. No es un sitio para tomar algo. Es para llevar, sin posibilidad de quedarse allí. El sitio es poco más grande que lo que veis en la foto. Creo que lo único que no ha quedado retratado en esa foto es una pequeña neverita con refrescos.

Otra de las cosas que eché en falta, quizá acostumbrada a otros sitios de cupcakes, es la falta de cosas en venta. Quiero decir, había cupcakes. Pero no había ingredientes o herramientas, o revistas de repostería.



No tengo ni idea de cuánto tiempo tiene la tienda (he intentado mirar un poco la web, pero mi rumano es más bien inexistente) pero sí es cierto que me pareció un poco pobre.

Nos atendió una chica muy agradable. Le agradezco los esfuerzos que hizo para hablar en castellano (evidentemente los carteles de los cupcakes estaban en rumano) y/o en inglés. No sabía explicarnos de qué era uno de los cupcakes y buscó una imagen en google con su ordenador para que pudiéramos verlo. Para la chica un 10. Un servicio genial.



Sé que atienden pedidos corporativos (viene en su web) y para bodas (se nos coló una pareja que encargó varias cosas, a saber qué, y que además se llevó el macaron que yo quería).

Además de los cupcakes también tenían galletas (aunque no las recuerdo especialmente vistosas), macarons y cake pops:

Yo quería el azul, y se lo llevó la chica que se nos coló, así que me quedé sin probarlos :(

Los cakepops quedaban chulos
La chica suspiró aliviada cuando vió que sabía qué eran los cakepops y que yo misma se lo explicaba a mis acompañantes. Es que hay cosas que son complejas de explicar cuando existen barreras idiomáticas...

Fuimos a eso de las 6 de la tarde (el local cierra a las 8) y los que quedaban estaban metidos en estas baldas-frigorífico:




Soles sonrientes

Después de mirarlo todo mucho, convocar un cónclave, pegarnos con el idioma y deducir sabores; decidimos coger una caja de cuatro (uno para cada uno) y un cakepop. 4 era un buen número, porque tenían cajas para 4, cómodas para llevar.



Del cakepop hay que decir que era de tamaño XXXL, un poquito descomunal (yo quería el rojo, pero la chica que se llevó mi macaron azul también se llevó el rojo):

Debo decir muy a mi pesar, que la mejor definición para esto es "mono"


No sabría opinar sobre el precio, porque Rumanía es un lugar donde las cosas son baratas si lo comparamos con esto. Cada cupcake salía como a euro y medio (y señores, eso en el standard de cupcakes es muy barato, ¿pero lo es para la media rumana?). Aunque sí puedo decir que para mi bolsillo, me resultó barato.

Ahora, una vez que nos hemos puesto en contexto (joder qué tocho ha sido el contexto), entremos a reseñar y valorar lo que realmente importa, los cupcakes.

El primero de todos es el que yo elegí, de fresa, que aprendimos es Capsuni (con algún acento en alguna parte, pero no recuerdo cómo). La presentación es bonita, en tonos rojos con la mariposa y el papel a juego:



Le pego un mordisco, primero por separado, luego a la buttercream y al bizcocho junto.


Desgraciadamente, tengo que decir que esperaba más. El bizcocho está bueno y no es pesado. Pero ay la crema de mantequilla... Densa, con sabor a mantequillazo y a fresa sintética. Le quito la mariposa, porque además, el fondant no me convence... Me acabo el cupcake a duras penas pensando que al menos, he probado otro.

Un poco desilusionada, voy pidiendo que me dejen probar los suyos a mis amigos. El siguiente que pruebo es el de la carita sonriente, de melón (que se dice pepenne galbe). Ésta vez el bizcocho es de chocolate. Parece ser que el sabor diferenciado de cada cupcake se limita a la crema de mantequilla. El bizcocho es algo más denso, pero sigue estando bueno. Y la crema es algo mejor, más suave, pero con un toque a melón de chicle. El problema, además, es que no me gusta el melón, y menos el de gominola.



Sigo probando una pizquita. El siguiente es el de Oreo. La chica nos dijo que era la especialidad, el que más le gustaba a ella. Y además costaba medio leu más (como 12 céntimos de euro más). Cuando lo pruebo, es, sin ninguna duda, el mejor con diferencia. El bizcocho vuelve a ser de chocolate, exactamente igual que los otros que llevan bizcocho de chocolate. Lleva una oreo al fondo y ésta vez, la buttercream es aceptable. La recomendación está bien hecha.


El último que pruebo es el de plátano. El bizcocho de chocolate es el mismo que en los otros. Pero cuando pruebo la buttercream... ¡Sabe a unicornio de plátano, bananaaa! El sabor a gominola extradulce de plátano es excesivo. Me quedo demasiado empachada para comprobar si probándola junto a un poco de bizcocho el susto inicial no sea tan grande.


Por último probamos nuestra piruleta, el cakepop. Antes de hincarle el diente pienso que es excesivamente grande, lo que se ve confirmado cuando descubro que es extremadamente dulce. Tiene excesivo azúcar. Todo el azúcar de colores que lleva por fuera hace que cruja demasiado, cosa que a mis acompañantes no les gusta nada. Yo iba mentalizada para ello, pero sí, puede que cruja demasiado. El relleno no está mal. Pero la opinión general es que no merece la pena.

Lo cierto es que siento que mi opinión no sea excesivamente buena, sobre todo después del genial trato. Pero estoy intentando ser objetiva. En otro orden de cosas, os dejo una última foto antes de la promesa de otro post sobre Rumanía.




Ésta soy yo mirando arrobada los cupcakes. Disfrutad, porque es la primera vez (y posiblemente la última que aparezca por aquí)